Resumen |
Para los niños la muerte de uno de sus padres constituye sin duda una dolorosa experiencia que divide, como todas las situaciones de crisis, la vida en dos, antes y después. Cuando aparecen nuevas parejas en la vida de sus padres, la situación se hace más compleja. Además de la pena, surge una resistencia natural, porque de alguna manera se confirma que la situación es definitiva y que hay que compartir el afecto del padre biológico, no solo con la nueva pareja sino también con los hijos de relaciones anteriores y eventualmente con nuevos hermanos. |